Un hecho singular de las ciudades de Medina del Campo, Toro y Zamora, es que no solo están entrelazadas por las vías del tren, sino que históricamente están conectadas, por ser espacios donde las figuras de poder femenino de la Edad Media, desarrollaron su potestad e influencia, haciéndose un hueco en un ambiente liderado y marcado por la figura masculina. Durante la Edad Media en España, la figura del poder femenino solía estar limitada por las normas sociales y culturales de la época, que relegaba a las mujeres a un papel secundario en la sociedad. Sin embargo, hubo algunas excepciones en las que las mujeres lograron ejercer cierto grado de influencia y poder.. Destacando en este sentido Doña Urraca de Zamora, Doña Elvira de Toro, Doña María de Molina, reina por tres veces y la gran conocida Isabel la Católica. Estas mujeres ejercieron parte de su dominio e influencia, en las tres ciudades nombradas anteriormente.
En la ciudad de Zamora, durante el siglo XI, destaca Doña Urraca (1033-1013) hija del rey Fernando I de León, que tras su muerte repartió el reino entre sus hijos. Heredando la Infanta Urraca el gobierno de la Ciudad de Zamora, convirtiéndose de este modo en una figura clave de la política local. Además destacó por ocuparse de la educación de su hermano, el rey Alfonso VI de León, también por sus dotes de negociadora y pacificadora, mediando entre los conflictos de sus hermanos. Así pues, durante el asedio de Zamora por parte de su hermano, el rey Sancho II de Castilla. Las murallas de la ciudad impidieron que Sancho tomara el control, y Zamora se ganó el apodo de “la Bien Cercada”, además de que una de las puertas de la ciudad lleva el nombre de tan celebre señora. Por último, según cuenta la leyenda fue madrina de armas de Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el Cid Campeador. Con todo, Doña Urraca de Zamora fue una figura excepcional en una época dominada por los hombres, y su historia sigue siendo recordada como un ejemplo de las mujeres con poder de la Historia de España. Por otro lado, en la ciudad de Toro destacan dos grandes mujeres: Doña Elvira y la reina María de Molina. En primer lugar, durante el siglo XI, despunta Doña Elvira( 1038-1099), hermana de Doña Urraca. La infanta Elvira heredó de su padre Fernando I de León el gobierno de la ciudad de Toro. Aunque menos documentada su historia en comparación con su hermana Urraca, Doña Elvira también participó activamente en la política local, prolongando su gobierno hasta su muerte. Destacó por su generosidad, donando gran parte de su fortuna personal a obras benéficas y organizaciones de caridad. En segundo lugar, durante el siglo XIII-XIV, Doña María de Molina (1264-1321), reina por tres veces en Castilla, durante el reinado de su marido Sancho IV, regente de su hijo Fernando IV y también de su nieto Alfonso XI de Castilla. Ocupó un lugar significativo en el desarrollo de la ciudad de Toro, tras ser nombrada señora de Toro, título que le concedió su marido . Su presencia en esta ciudad, es notablemente significativa, pues en ella residió en muchos momentos a lo largo de su vida,. Asimismo, fue el lugar donde nacieron dos de sus hijas Doña Isabel y Doña Beatriz, y donde redactó su testamento. La huella de esta reina en la construcción de Toro y su desarrollo es innegable. Así pues, la ciudad se enorgullece de su presencia en el pasado y mantiene su legado vivo a través de la conservación de sus obras. Destacando María de Molina por ser la benefactora de varios monasterios, como por ejemplo el de San Ildefonso, hoy desaparecido, el conocido Monasterio del Sancti Spiritius o el Monasterio de Santa Sofía, fundado tras ceder sus residencias. Y por último, en la ciudad de Medina del Campo, durante los últimos años de la Edad Media destaca, la figura de la Reina Isabel la Católica (1451-1504) durante cuyo reinado se termino la reconquista de Al-Ándalus con la caída del reino nazarí de Granada, la expulsión de los judíos de la Corona de Castilla y el descubrimiento de América, todo ello en 1492. Siendo esta ciudad donde finalmente murió y redactó su testamento en 1504, legando el Reino de Castilla a su hija Juana, incapacitada para reinar por considerarla “loca”, con la clausula de que la regencia tenía que recaer según dicho testamento en el rey Fernando el Católico. Vestigio de este hecho histórico son el Castillo de la Mota y el Palacio Real Testamentario de Isabel la Católica, conformando parte del rico patrimonio de la ciudad vallisoletana. Por lo tanto, la línea Medina del Campo-Zamora, no solo une tres ciudades ricas en patrimonio, cultura y arte sino que también tiene un nexo histórico fundamental en el desarrollo del poder femenino durante la Edad Media. Y es de vital importancia recordar y visibilizar el papel de estas figuras históricas tan olvidadas y relegadas en un segundo plano en el discurso histórico, con la única excepción de Isabel la Católica, de la cual hay mucha documentación bibliográfica.
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AutorBlog de las y los estudiantes del Máster Interuniversitario El Patrimonio Cultural en el Siglo XXI: Gestión e Investigación (UCM y UPM)
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