9/11/2022 0 Comentarios ¿Cuándo y cómo pasaron las mujeres a formar parte de la vida universitaria en España? #ConstruyendoCIUAlumnas y profesoras en las universidades españolas (1872-1936). Si bien es cierto que no fue hasta 1872 cuando María Elena Maseras Ribera se convirtió propiamente en la primera mujer matriculada en una universidad en España –concretamente en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona-, contamos con algunos ejemplos extraordinarios (en tanto que no crearon norma y fueron escasos y puntuales) anteriores, de mujeres que estudiaron y enseñaron en las universidades de Salamanca y Alcalá de Henares. Uno de los ejemplos más sonados es el de Beatriz Galindo, apodada “la Latina”, que estudió Gramática en la Universidad de Salamanca en la segunda mitad del siglo XV y llegó a convertirse en la preceptora de latín de la reina Isabel la Católica y de sus hijas. Sin embargo, para referirnos de una presencia femenina más normalizada y menos puntual, debemos situarnos en las últimas décadas del siglo XIX. En 1882, una Real Orden estableció a las mujeres la prohibición de matricularse en la universidad, aunque sí se les permitió finalizar la carrera a aquellas que venían estudiando con anterioridad. Ante las continuas demandas de algunas jóvenes, una nueva Real Orden de 11 de junio de 1888 resolvió admitirlas en los estudios de segunda enseñanza y superiores como alumnas de enseñanza no oficial y dependiendo además de la Dirección General de Instrucción Pública. Esto implicaba que no podían asistir a las Universidad exceptuando los días en que se celebraban los exámenes de las asignaturas, que debían haberse preparado de forma privada. En caso de querer acudir a las clases, debían solicitarlo al Ministerio de Fomento del que dependían entonces los asuntos de instrucción pública y conseguir que todos los profesores firmaran la matrícula asegurando que iban a mantener el orden en las clases, a lo que se sumaba el tener que ir acompañadas hasta las aulas y sentarse en un lugar especial al lado del profesor. Y al finalizar los estudios, tampoco se libraron de vetos a la hora de expedirles los títulos de licenciatura, de inscribirse en los Colegios Profesionales de Medicina o de Farmacia y de iniciar el ejercicio de la carrera estudiada. Fue finalmente en el año 1910 cuando se aprobó en España, mediante una Real Orden de 8 de marzo, que las mujeres dejaban de necesitar permiso ministerial para asistir como alumnas oficiales a las clases impartidas por los profesores, reconociéndose el derecho que tenían a matricularse en las facultades universitarias cumpliendo los mismos requisitos exigidos a los hombres. Desde ese momento, y hasta 1936, el número de mujeres estudiantes en el conjunto de las universidades españolas fue creciendo con rapidez, aunque todavía representaran una minoría dentro del total de alumnado y más aún de la población femenina (ver Gráfico) ¿Y las profesoras universitarias? ¿Cuándo aparecieron las primeras? Parece evidente que los requisitos que les exigían a las mujeres para ejercer como docentes en las universidades eran mucho mayores que los exigidos a los hombres. No les bastaba con ser válidas para el trabajo, si no ser absolutamente extraordinarias y acumular una larga lista de éxitos académicos en las aulas. Y aun así, como todo, no fue hasta el curso 1928-1929 cuando comenzaron a figurar en las estadísticas oficiales publicadas. Anteriormente a estas fechas nos consta que las hubo, pero que su representación fue tan pequeña en relación a la masculina, que ni siquiera se esforzaron por incluirlas en las estadísticas. De los escasos ejemplos que encontramos anteriores a 1928, destacamos el de Emilia Pardo Bazán, nombrada en 1916 catedrática de una asignatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, por el Rey Alfonso XIII, en virtud de sus méritos literarios, y no como consecuencia de un itinerario de formación académica. También a Luisa Cuesta Gutiérrez (1892-1962), que al finalizar la carrera en 1918 se estrenó como profesora auxiliar interina y gratuita de las asignaturas de Geografía Política y Descriptiva y de Paleografía en la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid. Durante el curso 1932-1933 se produjo un salto cuantitativo: se triplicó el número absoluto y se duplicó el porcentaje de mujeres docentes, coincidiendo con un substancial crecimiento del total de profesorado en el conjunto de las universidades. Sin embargo, su presencia siguió siendo alarmantemente minoritaria, constituyendo un 3,09% del total (ver Gráfico). En cuando a los años previos a la Guerra Civil, no tenemos datos oficiales aunque es de suponer que el número siguió subiendo lentamente. La gráfica nos muestra los porcentajes de alumnos/alumnas y profesores/profesoras en el conjunto de universidades españolas en algunos cursos académicos entre los años 1916 y 1936. En los cursos 1916-1917 y 1923-1924, la barra relativa a profesores/profesoras desaparece. Hemos de suponer que la ausencia de datos oficiales acerca de mujeres docentes en esos años significa una absoluta minoría de las mismas. En el caso del curso lectivo 1935-1936, desconocemos el motivo de la ausencia de datos oficiales relativos a mujeres docentes.
Datos extraídos de la base histórica del INE. Gráfica de elaboración propia.
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Autores/asBlog de las y los estudiantes del Máster Interuniversitario El Patrimonio Cultural en el Siglo XXI: Gestión e Investigación (UCM y UPM)
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